domingo, 25 de diciembre de 2011

Traidores

Son preferibles los desengaños tardíos y no los tempranos. Si se trata de desengañarnos pues será mejor desengañarnos a las dos horas de conocer a alguien o de ilusionarnos con algo y no a los 20 años, porque lo que pasa es que durante esos 20 años uno se involucra, va formando unos lazos de afecto. 
Es preferible también la traición temprana: los traidores, es preferible que nos traicionen a los diez minutos de conocerlos, inmediatamente, porque sino uno empieza a querer a los traidores y la triación es muy dolorosa. En cambio la traición del que conocemos hace diez minutos duele poco. O sea que a los traidores los prefiero impacientes.
Alejandro Dolina

sábado, 24 de diciembre de 2011

Banjamín Chaparro acciona varias veces el espaciador de la barra de escribir para liberar la hoja. La toma por los bordes, a penas con la punta de los dedos, y la apoya como si fuera una granada sin espita sobre las otras dieciséis o diecisiete que también se han salvado de volar hacia el cesto hechas un bollo. Lo enternece ligeramente advertir que las hojas escritas forman ya un mínimo espesor, un cierto cuerpo.
Se incorpora, satisfecho. Dos días atrás estaba desesperado por la certeza de que jamás podría escribir su libro, ahogado en la nebulosa del principio. Ahora ese principio está escrito. Bien o mal, pero escrito. Eso lo pone contento, aunque también siga ansioso. Pero ansioso por seguir, por contar lo ocurrido con esas personas. Se pregunta si ésta será la sensación que tienen los escritores cuando narran. Esa módica omnipotencia de jugar con las vidas de sus personajes. No está seguro, pero si es así, la sensación le agrada.
Consulta el reloj y ve que son las siete de la tarde. Le duele la espalda. Ha estado ahí sentado durante todo el día. Decide premiarse y festejar el envión inicial. Busca la billetera sobre un estante, revisa que tenga algún dinero y se va al cine. Lo que más disfruta del programa no es ver tal o cual película, sino saber que después va a contárselo a Irene, cuando la vea. Se lo comentará de refilón, como de costado, como quien no quiere la cosa. Y ella le peguntará por la pelicuala. Les gusta hablar de cine. Tienen gustos parecidos. Y algo le dice a Chaparro que a Irene le agradaría que pudiesen ir juntos. No pueden, claro. No corresponde. Y tal vez sea idea de él, a fin de cuenta. ¿De dónde saca eso de que a ella le gustaría acompañarlo? De su propio deseo de que a ella le guste. ¿Tiene acaso alguna certeza? Ninguna. Nunca. Jamás.

Eduardo Sacheri

Crónica de una noche

"Chabón", "gil", "gata", "loca", "gurisa" son algunas de las formas que usamos para llamarnos.
Resulta que nos reencontramos este año, en el segundo cuatrimestre, cuando yo estaba bastante loca con el tema de "los ex que se van y nos abandonan a nosotras que queremos ser sus amigas o charlar de vez en cuando", "los ex que no dan señales de vida para los cumpleaños y eso está mal" y él en su firme postura en respuesta a mis mambos "vos estás loca, ustedes las mujeres están locas, los ex son ex y no tienen por qué aparecer", "son unas histéricas, dejalo tranquilo y en paz al pobre flaco porque sino lo vas a hacer mierda". ¿Me lo decía por experiencia propia? Él que tan aparentemente superado estaba respecto a la relación que tuvo con mi mejor amiga. Él siempre tan racional, tan calculador - casi futurista.
Hoy de nuevo lo mismo. El "sos demasiado estructurado y cerrado" no faltó, así como tampoco se noto la ausencia del "estás loca, pirada, loquísima y más" que tanto le gusta decirme.
En la cena, cuando le comentaba sobre su cerrado y necio estructuralismo, le puse un ejemplo de un episodio viejo que pasó entre ellos, donde a mis ojos reflejaba claramente esta observación que le hacía:
- La tuviste ahí, cuando estabas todavía enamorado, en la costa, en una habitación, hablaron, te quiso dar un beso y vos, que estabas muerto de amor - y bien sabemos que tu amor por ella era del grande grande - la rechazaste porque todavía no había pasado el tiempo suficiente y si le dabas un beso sí, todo muy bonito, pero los problemas de antes, esos que los habían hecho distanciarse, iban a ser los mismos, porque vos no habías cambiado eso y ella seguía con aquello otro.
¿Cómo se puede? te pregunté. ¿Cómo controlaste las ganas de todo y de nada más que eso? Te conté también, que no lo veía como algo malo, sino más bien como algo muy particularmente tuyo que se alejaba a lo grande de mi, y hasta te confesé que de alguna manera llegaba a admirarte por eso que me veo tan lejos de tener. Es una cuestión de pensar, de salir del momento, de salir de lo pequeño. Supongo que cuando vaya creciendo, cuando vaya tomando más responsabilidades, cuando ya pase esta pequeña era, empezaré a vivirlo en carne. Supongo que si se trata de algo tan grande como lo de ustedes donde la idea no es jugar sino sentirlo, vivirlo y hasta más, supongo que ahí cuando la cosa va enserio no cuesta tanto pensar en uno, en el otro y en los dos y dejar un poco el deseo y poner un poco de razón.
Así que quedó claro que vos con lo tuyo y yo con lo mío. Vos con tu estructuralismo que tanto te marqué - con aquel tema y demases - y yo con mi pasionalidad, mi amplitud, mi soltura que a vos te parece tan loca y te suena casi a enfermedad (de libertad).
Luego política. Estamos en la misma. Estamos conociendo. No estamos en la salsa pero sin embargo, en eso estamos. Me contaste de cómo empezaste a militar hace unas semanas y me prometiste llamarme para el próximo encuentro. Hablamos de Perón, El Che, Néstor y Cristina. Que creo esto, me parece aquello, estoy de acuerdo y puede ser. "Te banco chabona, salimos con la misma bandera en esta" me dijiste después de alguna cosilla que habré dicho sobre eso, y de algo más también. ¡Al fin nos habíamos puesto de acuerdo! Faso, alcohol y cigarrillos fueron otras curiosidades de la noche. Y música. Infaltable. Me contaste tus flashes con la música cuando andabas volado y me hiciste acordar a un gran amigo.
Mientras comíamos la pizza me contaste que todas tus amigas estaban locas. Todas les revisaban los mails a sus ex, tenían alguna especie de mambo del que no podía desprenderse y vos no lo podías entender. Después de charlar un rato y contarle mi experiencia personal y ponerlo de ejemplo sobre el asunto, quizás llegó a comprender un poco más los actos pocos racionales de sus amigas, auque no los compartiera bajo ningún punto moralmente hablando. Así que los ex fueron un gran tema de la noche.
En algún momento te pregunté por tu relación con tu vieja, me contaste algunos detalles y grandes rasgos y yo te hablé bastante de un amigo muy amigo. Me sirvió lo que me dijiste, hasta me gustó que me lo hayas dicho. Así como creo que también te sirvió y te dejaron pensando algunas otras cosas que te dije yo.
Lo único que no me terminó de cerrar de la noche fue que no lograba distinguir cuándo me estabas hablando en joda respecto a algunas cosas. No te cazo. Ni un poco. "Empecé teatro hace dos semanas" me cargaste mientras caminábamos por esa avenida oscura y casi desierta. Y si me decís cosas que pueden ser totalmente probables y yo no te conozco ¿cómo se que me estás mientiendo para molestarme? Ya te voy a sacar la ficha sobre esas pequeñeces, y cuando te moleste yo también ¡pobre de vos!
Mientras tomábamos la quilmes en mi pizzería preferida, coincidimos en la perspectiva materialista y superficial - casi hija de puta - de algunos conocidos lejanos y no faltaron algunos chistes que tiraste en el medio - de esos bien malos que a mi me hacen reír mucho. Porque sí, me gusta lo berrata, lo básico, lo sencillo, hasta lo tonto.
Sin embargo, aunque nos dábamos tregua, no salíamos del dualismo "locura-racionalidad" con el que nos categorizábamos uno al otro. Siempre caíamos en lo mismo "chabona, vos estás loca de remate"; "pero chabón, sos demasiado estructurado, tenes que aceptar las consepciones de los demás y no tildar de locura todo lo que te sea distinto".
Al final pareció que casi habíamos llegado a un acuerdo.
Como siempre hablamos de mi locura amorosa, que la tengo más a flor de piel que nunca, y de un amigo que ahora se convertía en ex-amigo porque había resultado ser un completo hijo de puta.
En algún momento trataba de explicarle sobre las dudas que a veces se me pasan por la cabeza, las dudas sobre las certezas decía. Será que a veces no queremos sentir algunas cosas y nos empeñamos y nos convencemos y nos obligamos a creer que solo se trata de un capricho, de una ensañación con algo que quizás ni siquiera sea real. "Es histeria, capricho" le decía buscando la palabra, hasta que la encontré: "es necedad" - e inevitablemente se me vino Silvio a la cabeza.
En fin. La peli nos movió y nos dejó hablando un rato. Llegamos a que resultó ser una mezcla medio bizarra entre drama yanki y dictadura militar argentina, pero cuando terminó supiste ver que me había pegado un poco, aunque hayan sido dos o tres escenas, y me agarraste del hombro y nos fuimos antes de que terminaran de pasar los títulos. Creo - aunque esto no te lo haya dicho -que las películas pegan y llegan según el estado de ánimo que tenga uno en ese momento.
El personaje de la madre nos dio de qué hablar. "Cuando vio que la hija salió corriendo y el marido salió armado detrás de ella, algo tenía que hacer. Sino se trataba siempre de la misma historia, ella entregada a las decisiones de su esposo, viendo todo desde afuera, pasiva, asimiladora, nunca activa, nunca decidiendo, apostando, interviniendo. Así que actuaba ahí o no actuaba nunca. Me pareció bien - más que bien justo - el final" le comentaba, y él "hay que tener en cuenta que también se pone en juego la caracterización de la mujer que se hace de esos tiempos, siempre mirando, siempre aceptando todo lo que los maridos querían". Fue interesante tu punto de viste, pero claro, te saqué cagando. Que uno puede hablar siempre, que no importa la época y que me encanta pelear(te).
En algún momento de la noche te conté sobre mi incapacidad de a veces poder expresar en palabras mis ideas y me dijiste que era algo común, normal - también te conté de mi incapidad (y poco interés) respecto de que apareza algún chico por estar con la cabeza en uno bien difícil, bien lejano y hasta casi ilusorio, y me dijiste lo cerrada que estaba siendo y lo poco que sabía del futuro, lo soberbia que resultaba si me atrevía a afirmar sobre este "no te las sabés todas, no sabes qué puede pasar mañana o quién te puede volar la cabeza". Y después te hablé sobre esa cosa loca que me pasa algunas veces de tener percepciones, sensaciones, y no poder saber construír un pensamiento respecto a algo en concreto hasta no ponerlo en palabras. Te di el ejemplo de una situación que me había pasado el año pasado con mi vieja, y de cómo ahí me di cuenta que a veces me pasaba eso.
Mientras esperábamos el bondi, ya con menos viento que las siete cuadras que habíamos estado caminado hasta la parada, me contaste de tus amigos, amigas, chicas y demases. Me seguiste chusmeando del grupo con el que andas militano. Me contaste el laburo que hacían cuando se juntaban y cómo ayudaban a los chicos de un barrio con lecturas, charlas y juegos entre otras cosas. Me contaste que la política estaba en todo. Que llevaban al Che en la sangre y que sabían tanto de política que te sentias un "pollito", que aunque les preguntes de cualquier cosa que se te ocurra políticamente ellos te iban a responder, que eran muy cerrados respecto al casi "fanatismo" con el gobierno de turno, pero qe eran gente increíble como personas y que compartias muchísimos - sino todos - los ideales y las ideas por las que luchaban. Porque en definitiva, lo que se comparten son las ganas de involucrasrse, de ser parte.
Concluí con que "las formas lo son todos: el tono, la voz, la mirada, la manera de decir las cosas lo son mucho más que las cosas que uno dice en sí". Y cuando te hice un comentario sobre tu pelo con cara de culo, y acto seguido te lo volví a hacer riéndome, ahí me entendiste y ahí te reíste.
El 132 tardó una eternidad, creo que por primera vez en mi historia con ese bondi. Pero fue una espera agradable.
Cinco cuadras hablando por teléfono, jodiéndonos, molestándonos. "¿Cómo vas a leer algo sobre Foucault sin haberlo leído antes a él primero? no podés hacer ninguna crítica, no entendés nada". Te sacaste. Lo sé. Y me divertí, a lo grande. Y creo que vos, en el fondo, también, por el saludo digo "chau grosa, nos hablamos".
¿Vendrá a almozar mañana? Yo creo que no, y vos no arriesgaste. De todas formas no me voy a olvidar: quiero leer tus cuadernos.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Llueve sobre mojado

Cuando se acuestan la razón y el deseo: llueve sobre mojado.


Y al final sale un sol incapaz de curar las heridas de la ciudad, y se acostumbra el corazón a olvidar.

voilá

suena como
 li-ber-tad

Negación

La negación es un sustituto de la represión - mecanismo de defensa - de nivel más alto.
Si buscamos en el diccionario la palabra "mediocridad" saltan tres definiciones

1   Calidad baja o casi mala.
2   Falta de valor o de interés.
3   Falta de inteligencia o de capacidad para realizar algo.
De las tres, sinceramente, no se con cuál me quedo (digo, para hablar de mi persona).
La pauta es dejar estos tiempos mediocres atrás. Se trata de ir por uno menos mambero y donde las fichas anden más quietas y no caigan todas juntas una tras otra sin tregua alguna. Por algo más e qui li bra do (placentero) y menos novedoso. Por algo... distinto.

viernes, 9 de diciembre de 2011

"Su hábito de mirarse en los espejos no tiene nada que ver ni con quererse ni con gustarse. Siempre ha sido ni más ni menos que otro intento de aprender a saber quién carajo es él mismo"

domingo, 4 de diciembre de 2011

¿Por qué stop?

Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.
 
Julio Cortázar