martes, 20 de noviembre de 2012

¿No te pasa que cuando decís algo, de repente, se vuelve realidad? Reite si queres, pero no podes negarme que es un poco así. Cuando colgas las cosas de una mirada o del centro de tu sonrisa, todo se da entre nubes de algodón. Es un idioma tan poco explicito que esa realidad que vivís la podes manipular a tu antojo. No hay testigos. Nadie te pide una explicación y, lo más importante, nadie lo sabe y nadie lo vio. Podes tener un secreto con vos misma y explotarlo en tu interior, o hacerlo un bollito chiquito y tirarlo a la basura y "acá no pasó nada". Te podes negar hasta lo innegable y convencerte de lo que quieras, porque todo está en vos. Pero cuando lo soltás... es como los besos, de repente no podes parar. Lo inquietante, quizás, no sea que haya testigos, sino el hecho de que vos mismo seas tu propio testigo. Ya no podes escapar de las palabras, es como si ellas acarrearean una enorme responsabilidad que te pesa en el alma y en todo el cuerpo. Creo que las palabras te atan - tal vez por eso siempre preferí el lenguaje de las miradas. Tu realidad empieza a definirse completamente porque ya no sos capaz de hacer de ella lo que vos quieras. Y cuando te das cuenta de cuántas veces al día estás pronunciando su nombre te ves en un lío bien grande del que queres salir corriendo o taparte los ojos y jugar a otra cosa, la que sea que te aleje de eso. ¿Cuándo deja de ser un juego? ¿Cuándo te empezas a hacer preguntas que no queres responder? ¿Cuándo intentas adivinar la mirada del otro con pánico, rogando en tu interior no hallar absolutamente nada? ¿Cuándo te gana la razón y cuándo la pasión? Y una última pregunta
¿hasta dónde te permitís llegar?

3 comentarios:

  1. ah, claro, porque las miradas no te atan, no? hasta dónde vos quisiste llegar con este texto? cuente. tengo un regalo para vos. invitame mañana y te lo doy. salute.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Es lindo volver a leerte.
    Las palabras clarifican, diciendo una realidad, pero a veces, las palabras se equivocan. Las miradas, nunca se confunden. Pero al callar, confunden.

    ResponderEliminar