miércoles, 27 de junio de 2012

De locos

Mi vieja me dice "Luz María".
Desde antes de nacer, desde mucho antes de que ella quedara embarazada de mi, ya tenía bien claro que mi nombre iba a ser "Lucía". Creo que tiene que ver con una canción de Serrat que se llama así y que le gustaba mucho (un garrón... digo, ¿Serrat? ¿en serio?). Sin embargo, a mis 6 años, a pesar de haberme puesto el nombre que siempre soñó ponerle a su hija si era mujer, empezó a decirme "Vicky". "Vicky de mi vida, vení, vamos, hacé esto o aquello, te quiero, abrigate". Pero "Vicky". ¿Qué es eso? De alguna manera siempre supe, en lo más recóndito de mi ser, que mi vieja estaba bastante chapa y le faltaban unos cuantos jugadores. Pero me pegaba de lleno en mi identidad en plena formación. Claro, yo no decía nada porque era chiquita, pero era de locos la situación. Hasta que un día sí, le dije "me llamo Lucía mamá". Y ella, entre ataque de risa y concientización, se dio cuenta de lo que en verdad hacía y dejó de llamarme así, explicándome que "me gusta ese nombre, por eso te digo de esa forma". Si vieja, pero me pusiste este, así que hacete cargo y no me hinches las pelotas. ¿Querés una Vicky? Adopta una o tené otra hija. 
Y ahora, años después, a mis 20 y medios, volvemos a lo mismo. "Luuuuuz María ¿a qué hora te vas?" me pregunta, estirando la u. No jodamos vieja, no jodamos: me llamo Lucía mal que me pese ¿qué es eso de "Luz María"? ¡Cómo si el nombre no lo hubieses elegido vos!
Para colmo ayer salía de casa y antes de irme, mientras me abrigaba, escucho que llamaba a la perra "¡Pepaa, Pepa Maríaaa!". Por Dios... 

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