Enorme moral que nos persigue a todos lados. Desde que somos chiquitos luchamos contra nuestros instintos, nuestras pasiones y nuestras ganas de ser. Nos atamos a un sin-fin de reglas que nos llevan a una lucha constante, a un tire y afloje entre nosotros mismos y el mundo entero. Pero la realidad es que no podemos culpar a nadie. Es como si el hombre, en alguna remota parte de su ser, necesitara casi para su vitalidad esta constante lucha interna. Es un juego de valores que van de lo singular a lo colectivo. Pero siempre hay un lado que tira más. Siempre aflojamos un poquito de allá. El problema es cuando la moral nos dice que está mal y el cuerpo, el alma entera, nos pide ese poquito más. "Es el último" nos prometemos, sabiendo la mentira que se esconde detrás de esas ganas irresistibles de perdernos hasta la locura. En el fondo, si necesitamos enunciar la palabra "último" es porque, indefectiblemente, se trata de un - posible eterno - ante-último. Entonces la tentación. Es loco ¿no? Supongo que tiene que ver un poco con todo esto de lo prohibido. Pero también tiene su lado aún más oscuro que nos dice que no nos va a hacer bien. No, eso trae consecuencias, vas a pasarla mal, no podes inventar la realidad, no te fugues, ¿qué estás haciendo? Y sin embargo no podes parar. Podes negarte, claro, pero llega un punto en el que tus resistencias flaquean y ya perdes la razón sobre el porqué-no de todo aquello. Y cuando te vuelve, cuando parpadeas por dos segundos y recobras el sentido de la realidad, te acordas de los mil motivos que te dicen que no tenes que hacerlo, que pares, que no está bien. Y aunque no tengas ni un solo motivo que te tire por el sí más que tu sonrisa dibujada en su mirada, eso parece ser más fuerte que todo lo demás. El corazón te salta y, sin más, saltas con él y te dejas caer. "Esto está mal" escuchas que te dice una voz desde lejos. Y el eco de Nietzsche te pregunta "¿lo harías un millón de veces?". Te mordes los labios, no sabes si de placer o de incertidumbre, y entonces te vas, te perdes, te hundis to
tal
mente.