miércoles, 30 de enero de 2013

Nunca escribo sobre vos

Nunca escribo sobre vos. Aunque las palabras sean tu arma fuerte, aunque conmuevas a través de ellas y te muevas a su ritmo, todavía no encontré la forma de unirte al lenguaje. Ni siquiera me animo a hacerle trampa porque, tratándose de vos, uno no puede arriesgarse a pisar el palito y quedar enredado en un montón de letras, que forman sílabas y hacen sonar palabras, hasta que te queres dar cuenta de lo que estás diciendo y ya no podes parar. Resulta complicado igual, porque a veces en ese intento de no pensarlo mucho ni darle demasiadas vueltas, uno le termina dando más importancia de la que debería. Al fin y al cabo, el ciclo natural de las cosas, en algún momento, es hablarlas ¿no? Me refiero a que el hecho de que no haya palabras para vos puede hablar muchísimo más de lo que lo harían las palabras, si pudiera conjugarlas sin esa imbatible necesidad de borrarlas al terminar de escribirlas o pronunciarlas, para no saber lo que dicen. En una de esas sea, simplemente, que no salen las palabras. O tal vez, más allá de lo simple, quizás hasta pisándole los tobillos a lo complicado, no quiera enterarme lo que tienen para decir. Como sea, nunca escribo sobre vos. Pero espero que eso cambie. 

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