miércoles, 30 de enero de 2013

el mar

Siempre digo que si tuviera que elegir un lugar en el mundo sería el mar.
Sí, sin lugar a dudas acudiría ahí
a escuchar la furia del agua,
la diversión de las olas,
la destreza del viento.

Si estuviese muy triste, muy feliz, muy de lo que sea, sería, precisamente, ni más ni menos, que la compañía perfecta. Quiero decir que siempre, en cualquier momento y a cualquier hora, vendría bien un poquito de mar.

Algo te grita.
Aunque los caracoles te pinchen los pies, aunque el frío de la arena te entumezca los deditos, aunque el viento parezca querer que camines para atrás
escuchas el sonido de la vida misma.

El mar es intenso,
profundo,
caótico.
Es un caos explendoroso.

De alguna forma, misteriosamente, pone todas las sensaciones a flor de piel.

Podes envolver una lágrima con una sonrisa y recordar ese beso con cada célula de tu cuerpo.
Te puede saltar el corazón de escuchar el eco de las palabras, esas mismas que en su momento solo te produjeron una mueca y, ahora, frente al mar, te estremecen de los pies a la cabeza.
Podes llenar todo tu interior con la inmensidad del mar o,
también
vaciar todo de vos en la grandeza de ese mismo mar hasta quedar
plena.

Podes armar el juego que vos quieras.
Con el ruido de las olas podes formar melodías y hasta inventarlas.
Podes enojarte con él, escupir odio y enfurecerte. Al final de la lucha, él va a estar esperando tu perdón o vos, desde algún lugar, vas calmar el fuego y rogar esa disculpa.
Podes, también, escuchar en su revuelta todo tu interior. Y entonces
sentirte vivo.
Porque aunque todo estuviese en un completo desorden, todo ese desequilibrio estaría en constante movimiento. Y ya saben lo que se dice... donde hay movimiento
hay vida.

Luego podrías jugar con las figuras de las nubes. Es como algo inevitable a veces. Uno encuentra lo que quiere, ¿no?

Creo que, en el fondo, un poquito, el mar te hace sentir que sos una hoja en el viento
(te lleva, te trae, te envuelte).
Te dejas ser, sin caminos ni barreras, ni modales ni recetas.

A veces creo que habría que vivir así.
Lo más bonito es cuando lo hacemos.
Uno puede vivir así, lo juro.
Mientras no dejes que la razón te coma la cabeza

No hay comentarios:

Publicar un comentario