viernes, 2 de septiembre de 2011

Negar que negamos

A nadie le gusta perder el control. Es un síntoma de debilidad, de no estar atento. Aún así, hay veces que no se puede evitar. Cuando tu memoria evoca su voz, tus oídos recuerdan su sonrisa y sentís esa mirada que te atraviesa el alma, el mundo deja de girar y te das cuenta de que volviste a perder el control. Da igual que lo intentes evitar: caerás y el miedo volverá a apoderarse de vos, sabiendo en esa caída libre, que no habrá nadie para agarrarte.

La clave de la supervivencia está en negar. Negar que estás enamorado; negar que hay alguien que te importa, que tenés miedo y, lo más importante: negar que negamos. Vemos lo que queremos ver y creemos lo que queremos creer. Y en realidad funciona: nos mentimos tanto a nosotros mismos que con el tiempo nos creemos nuestras propias mentiras hasta no reconocer la verdad delante de nuestras propias narices. Y entonces es cuando la realidad entra a escondidas y nos muerde el culo, porque sólo podemos autoengañarnos por un tiempo limitado. Nos enamoramos. Siempre hay alguien que nos importa y sentimos mucho miedo de eso. Negarlo no cambia la realidad. Antes o después tenemos que dejar a un lado las negaciones y enfrentarnos al mundo cara a cara y, cuando eso ocurre, decime ¿cómo lográs sobrevivir?

No hay comentarios:

Publicar un comentario