martes, 18 de septiembre de 2012

Amor Líquido IX

Era un buzo rojo. Tenía las mangas color azul marino, me acuerdo. Me acuerdo porque lo llevaba puesto en esa foto que tanto me gustaba de los dos. Quizás era la foto que más me gustaba de nosotros. Debe ser porque no estábamos posando. Ni siquiera sabíamos que nos estaban apuntando con el foco. Pero estábamos ahí en la playa - juntos, como solíamos estar siempre sin importar dónde ni con quién. Igual me acuerdo con quién estábamos. Fueron las vacaciones de verano de hace tres años - las últimas que hicimos juntos si mal no recuerdo. Habíamos ido a Valeria del Mar con los chicos y en ese momento solo estábamos las dos parejitas. Vos, flacucho y en cuero, tirado boca abajo en la arena. Yo para molestarte, quizás para pegarme a vos lo más que se pudiera o para escucharte fingir cómo te quedabas sin aire, tal vez solo para apoyarme literalmente sobre vos, me acosté arriba tuyo. Y nos quedamos así, vos abajo, y yo arriba jugando con tu pelo, mientras oíamos lo que nos contaba tu mejor amigo. Creo que era sobre el tercer mosquetero que en esos tiempos andaba conflictuado con el tema de las novias de sus amigos y en fin. El tema era que siempre teníamos largas conversaciones con ellos sobre diversas cosas. Éramos como esas parejas que luego de tanto tiempo de estar juntas y de tanto conocerse, empezaban a hablar de los demás. Empezaban a analizar no solo su realidad sino la de los otros. Era lindo porque el mate siempre nos acompañaba y cada tanto los bizcochitos caseros de ella nos alegraban las pancitas. Así que... ¿a qué venía todo esto? Ah, sí, el buzo rojo. Lo que pasa es que el tiempo está raro. Todavía no llega el verano pero tampoco se va el invierno, y las estaciones del medio no se dignan a aflorar por completo. Así que pasamos de días de bastante calor a días de frío y lluvia. Y ayer había refrescado bastante para lo que veníamos acostumbrados. Así que fui al placard a buscar algún abrigo. Te sorprenderías si vieras la cantidad de buzos grandes y de hombre (como los que me gustan a mi que siempre te usaba cuando iba a tu casa) que tengo en mi cuarto. No, no es que estuve con muchos tipos. La mayoría fueron quedando acá de haber tenido frío en alguna salida con amigos y bueno, hay algunos de los chicos del norte, otros de mi mejor amigo y, claro, alguno tuyo. Pero la última vez que ordenamos el cuarto (porque para esa labor siempre necesito una buena compañía que me guíe, como hacías vos, para  que me diga que hay cosas que no sirve de nada seguir teniendo porque realmente no voy a volver a usar). Pero siempre termino negociando con algunas prendas. Por lo visto la última vez mi amiga me dijo que me quedara con un solo buzo tuyo. Debe haber usado alguna de sus frases como "Lu, no podes seguir teniendo tantas cosas de él, dejate de joder, ya no son novios". Me acuerdo que en mi interior me costó decidir con cuál de todos tus buzos (que ya te quedaban chicos y habían ido a parar conmigo) quedarme. Tus remeras las tengo todas y las uso para dormir por más viejas que esten, pero con ese buzo... Cómo me arrepiento de no haberme quedado con el buzo rojo. Hoy, cada vez que hace frío y quiero encontrar el buzo que me siente bien, pienso e inevitablemente se me viene a la cabeza la foto. Estábamos en la playa desde tempranito, porque nos despertábamos a eso de las 12 del mediodía y nos íbamos a pasar el día junto al mar. Entonces yo era de las que siempre se quería meter a jugar con las olas y vos de los que preferían el sol y la pelota. Hubo un día que te favoreció porque la costa estaba llena de aguas vivas y los pocos que osaron meterse salieron con grandes manchas rojas, con lo cual la gente se quedó bajo el sol sin poder refrescarse. Pero algún otro día nos metimos todos, los 7, y entonces yo explotaba de alegría porque entre todos competíamos por ver quienes agarraban las mejores olas y salían airosos. Pero para ese momento, para cuando nos sacaron la foto, ya el sol estaba bajando y empezaba a refrescar, así que vos te habías puesto una de tus remeras (una blanca) y yo me calcé tu buzo que en esa época no se si no lo había llevado como buzo "mio". Y ahí nos sacaron la foto. La foto en la que estamos los dos, en la playa, cuando el sol empezaba a bajar pero todavía estaba, vos con los ojitos chiquitos por el reflejo que te daba de lleno, y yo arriba tuyo escondiendo la cara en tu hombro: con tu pulover rojo. 

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