jueves, 6 de octubre de 2011

Amor líquido 3

Un mensaje, un llamado, unas horas.
Y pensar que los cambios existen, que los sueños se cumplen, que el tiempo no tiene que ser tan inmenso para que las cosas sean como uno quiere.
Unas cuadras hasta la facu, un colectivo de regreso, una siesta de por medio y ya: eso fue todo. Eso fue todo lo que duró la ilusión de que te podías llegar a convertir, de a poquito, en eso que en este momento necesito de vos. Pero, como siempre, no se trata solo de mi. Sin embargo, en cuanto a vos, me gana el egoísmo más de una vez. Quizá sea por todo lo egoísta que fuiste vos conmigo. Quizá sea simplemente porque estoy harta de que seas así, tan vos, tan estructurado, tan cerrado, tan soberbio. Vos, que te crees que te las sabes todas. Vos que te llevas el mundo por delante hasta que te estrolas contra una pared. Vos que sos tan testarudo, tan cabeza dura, tan terco, tan necio. Vos eso y yo... yo un poquito puede ser - y algo más también.
Ahora hubo un quiebre. Fueron esos cuantos minutos de confusión, de alegría, de no entender nada, de creer, de soñar, de volar un poquito hacia donde yo quería. Fue solo ese ratito el que me dejaste imaginarme y alusinarme con unas cuantas cosas. Fuimos tan sinceros, tan graciosos, tan nosotros. Fuimos, por unos momentos, dos personas que se quieren mucho, que se conocen más, que se entienden terriblemente y que no le iban a dar chances a esa remota posibilidad de no hablar nunca más y alejarse para siempre. Yo, mambera, estaba obsesionada con esa idea de que quizás "nunca más volvíamos a vernos, a hablar"; esa idea que, bien jugada, vos sabías transmitirme quizá porque no te quedaba otra, quizá porque en ese momento así lo sentías. Yo entraba en pánico, me negaba. 
Pero el choque llegó. Fui lejos, y más lejos también, hasta que no pudiste con vos mismo - ¡por suerte! - y me dejaste bien claro que las cosas no habían cambiado: una amistad era imposible, y juntarnos sin que yo este dispuesta a que pase lo que pase, sin siquiera dudar de que pudiera llegar a haber nada, no existía; no era una posibilidad. Así que me tire de cabeza a una pileta vacía - aunque me hayan advertido, aunque todos me decían, aunque yo te conocía. Preferí negar, como siempre, y aferrarme a mi necedad, a esa cosita de testaruda y de terca que quizás hasta me la dejaste vos. Y sí: vos también me conoces. Vos sabes que para entender las cosas, para asumir la realidad, para darme cuenta de que no es lo que yo quiero sino simplemente lo que es, no me alcanza con escuchar lo que dicen todos los demás. Aunque sea el mundo contra mi, si yo percibo algo voy a defenderlo con uñas y dientes. Y al final, las cosas terminan así.
Fueron dos días raros los que siguieron y después todo de nuevo a la normalidad. Quizá haya un vacío, ahora sí. Ahora que se que sería imposible pedirte eso que quiero o que me des lo que no te sale. Y de todas formas, aunque lo hicieras ¿qué sentido tendría?. Ahora, y solo ahora, después de que fueras tan explícito como necesito que la gente sea conmigo para no creer o ver lo que yo quiero y nada más que lo que yo quiero, entiendo el vacío. Entiendo que tal vez, realmente no vuelva a formar parte de tu vida, no vuelva a ver a tu familia, no volvamos a salir con los chicos. Entiendo que estoy lejos y que tiene que ser así. Entiendo y extraño, como siempre. Extraño tu cuarto, tu familia, tus amigos, tus comentarios, tu fanatismo con el fútbol, tus abrazos, la forma en la que me malcriaste y me convertiste en una típica hija única mimada. Extraño que me leas, que me cargues, que me sorprendas cada tanto con algún chocolate, que me cuentes, que me conozcas tanto y sepas qué decir siempre. Extraño ayudarte a estudiar, que miremos series o películas, que comamos gelatina de frambuesa, que me quieras hacer reír hasta cuando estoy llorando sin poder parar - aunque no me guste, lo extraño. Extraño las comidas de tu vieja, los gritos de tu hermana, la dulzura de tu viejo, la simpatía de los Santangelo, las tardes de mates y bizcochos, las salidas a la noche en alguna casa, las peleas a los gritos como si nos fuésemos a matar cuando jugábamos juntos al truco, los caprichos, tus materias increíbles y las eternas charlas sobre todo. 
Hoy tengo ganas de leer Amor Líquido. Hoy, se que mañana me voy a levantar y lo primero que voy a hacer es ir al parque o a la facultad y comprarme ese libro. Sólo ese libro.

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