miércoles, 14 de marzo de 2012

piove

Como cuando era chiquita y usaba esas pantuflas de mickey que tanto me gustaban y me acercaba a la ventana corriendo, pegaba la boca al vidrio y soplaba inflando mis cachetes de aire hasta quedar como quico. Y entonces se formaba un círculo de vapor húmedo, y estiraba los brazitos lo más que podía para alcanzar la pared, pero lo hacía sin frustrarme en el intento de algo que sabía que no iba a conseguir, porque el vidrio me superaba ampliamente en proporción.
Y entonces me volvía para agarrarte de la mano y llevarte conmigo "vení, vení papi, ¡mirá!". Y cuando hacíamos  cinco pasos tuyos y diez míos hasta llegar nuevamente a la ventana, hacía algún garabato en la mancha de vapor que había dejado en el vidrio y te mostraba con la mano y los ojos, te señalaba el cielo todo nublado y miraba las nubes blancas y grises, sin un sólo rallito de sol que asomara. Y me mirabas ya sabiendo lo que iba a decir, ya sabiendo incluso que lo iba a decir mal porque todavía me costaba pronunciar bien la palabra. Y finalmente, como vos ya sabías, yo te decía "¡Piove!", y vos me respondías "Sí, piove". Y ponías tu mano en mi pelo revolviéndomelo (pero en ese momento, claro, no me importaba que me despeines) y nos quedábamos los dos ahí paraditos, vos con tus largas piernas y yo pequeña, al lado tuyo, con tu mano en mi cabeza y los ojos en el foco de luz del farol que daba a nuestro departamento, a través del cual se veían perfectamente las gotas de lluvia grandes, nítidas y mojadas. Y toda esa lluvia alcanzaba.
Y toda esa lluvia éramos vos y yo viéndola, juntos, desde una ventana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario