miércoles, 14 de marzo de 2012

Silvina

"Sabés a quién te pareces con esa pinta toda bohemia, vistiéndote así, yéndote de mochilera y leyendo esas cosas" me dijiste mirándome de arriba-abajo como si te hubiera caído alguna ficha misteriosa (refiriéndote con "esas cosas" que leo a Cortázar e Isabel Allende, ¡qué mujer!). Pero te pregunté a quién, imaginando quizás mil respuestas menos la que me diste. ¿De verdad? Y de alguna forma me veo de afuera y me pongo a pensarlo, y somos tan parecidas que parecemos hermanas. Esas hermanas que alguna vez quizás pudimos llegar a ser y nunca terminamos siendo.
Y capaz, en una de esas, me dejó más de lo que yo sospechaba. Además de que la ponía en la escala más alta de mis ideales, de que admiraba sus palabras, sus puteadas, sus lecturas, su forma y su vida. Quizás además de todo eso o, justamente todo eso, haya dejado una huella enorme que termina en cía y me conforma a mi. No a Lu, sino a Lucía.
Capaz, en el fondo, me completa. Como una parte de él, terrenal, que se quedó en mi yo espiritual para no irse ni hoy, ni mañana ni nunca más.

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