martes, 22 de mayo de 2012

Argentina-Irlanda: algo más que kilómetros

Te veo. De verdad. Creo verte en todas partes. En todos lados hay alguien parecido a vos. En todos lados algún jovencito parado en la esquina, con una camisa abierta como las que usas vos. Con el pelo desordenado como lo tenes vos. Quizás hasta despeinándoselo, como cuando te llevas la mano a la cabeza y te tiras el pelo para atras para que no te moleste más de la cuenta.
Pero no. No sos vos y lo tengo muy claro.

La música. Escuchar La Bersuit sin recordarte a vos y a nuestro querido septimo grado es imposible. Prácticamente te despedí con eso. Ese cd es. Sí, no hay duda. Es el cd que me lleva a vos y a Fede sin otros caminos posibles. Somos los tres - bah, son los dos y yo mirándolos - tan chiquitos, empezando a sentir el gustito de lo que es la música, la música que demanda, reclama, exige y entrega. Entrega sin pelos en la lengua. Entrega un sentimiento que explota y nos abruma.
Pero no. No estás acá para escucharla juntos. Eso lo tengo bastante claro también. Igual los recuerdos no me los borra nadie, no se los lleva nadie.

Lo peor fue enterarme lo del bic verde. Yo, tan loca para todos con la tristeza de "mi amigo que se fue a Irlanda", tan contenta con el encendedor que me habías dado a mi y a nadie más, tan ilusa pienso ahora. No me lo diste a mi y a nadie más. Y todos me dicen "pero es un encendedor de mierda, dejate de joder". Y yo pienso: no loco, no es un encendedor de mierda. Es el que me diste vos antes de irte, el que me dijiste que ojalá prenda muchos churros porque sino se iba a aburrir un poco. Regalale una casa, regalale un auto, una bicicleta a la otra, pero no le regales lo mismo que a mi porque te voy a gritar muchísimo cuando nos veamos. Sí, te voy a dejar sordo de reclamos y reproches y no vas a tener lugar a replicar nada. Porque nada de lo que digas, ni siquiera lo que me dijiste por mail, justifica tu accionar.
¿A mi que me cambia que hayas pensando en mi cuando se lo diste? "No es lo que parece". Por favor evita decirme esa pelotudez en la cara porque me voy a reír tanto que no voy a poder enojarme. ¿Qué me hace que me jures que supuestamente con ella no significó nada? Vamos, ¿ella nada? ¿Ella tu compañera de viaje, de fasos, de miradas cómplices? Y bueno. Yo allá, otra cosa. Pero no seas malo. No seas malo porque, como te dije, te extraño tanto que te odio. Porque además de extrañarte resulta que te portas mal. Así que eso: te odio. No siempre (casi siempre), no tanto (bastante) pero te odio como puedo y cuando puedo.

¿Sabes? Es un doble trabajo. No se trata solo de decir "bueno, te odio" (qué chiquito suena leer esto, pero seamos un ratito unos chiquitos que se quieren y se odian porque no se bancan la distancia). Entonces, decía, no es solo odiarte. Es odiarte a-la-distancia. No sé. ¿Entendes la diferencia? ¿Entendes lo que quiero decir? Yo se que si me estás leyendo me estás entendiendo. Vos sí. Los demás no sé. Pero vos sí. Vos sabes que no me banco no haberme ido de vacaciones con vos. Que no me banco haber colgado tantos días de tantas semanas. Sabes que no me banco que estés allá y yo acá. No me banco querer invitarte a ver una peli, a comer un chocolate, a almorzar unos fideos pasados y que no estés acá para cargarme, para molestarme, para decirme que sí o que no. No me banco la distancia. No. Me pasa esto. Quiero escucharte. Siempre tenes una palabra distinta y justa. ¿Algo más?

Y en realidad, la verdad de la milanesa es que no te odio ni un poco, porque tal cosa es imposible. Pero vos no lo sabes, y no tenes que saberlo, porque en realidad sí habría que odiarte. ¿Qué es eso de encima subir a tu blog que "estás allá, que no pregunten más"? Pero te voy a seguir gritando eh. De verdad. Te pregunto lo que quiero y cuanto quiero y más te vale que me respondas.

Pero entonces me mandas ese mail y sabes que estás lejos, y yo acá, y te cuento muy brevemente, para que sepas (porque siempre quiero que sepas) pero para que veas que no, que eso del bic no estuvo nada lindo y que ando por las calles porteñas puteándote, retándote aunque no me puedas escuchar.

Pero claro, vos y tus respuestas perfectas. Por eso habría que odiarte - y por eso mismo es tan imposible odiarte. Porque tenes las respuestas más perfectas de la vida, y es una garompa que estés a tantos kilómetros de distancia y no acá, al lado mío, para vivirlo juntos. Sí, ¿qué me dirías si te contara todo esto? ¿Lo odiarías conmigo? ¿Nos fumaríamos un churro juntos y nos reiríamos un poco de la vida, el amor y mis celos y reclamos estúpidos? ¿Te pondrías de mi lado y me dirías lo que quiero escuchar? Seguramente me dirías algo entre líneas: algo que no sea tan fuerte como lo que me queres decir, que no me guste tan poco como eso, pero que lo implique igual con palabras más lindas y casi quedando bien "con dios y con el diablo". Entonces ¿pelearíamos entre risas?

No sé. No sé y ¿qué importa en realidad? Lo que realmente valdría sería que estaríamos juntos. Juntos como ahora, solo que no a la distancia. Juntos acá, cara a cara, para que no haga falta hablar ni escribir y me saques la ficha con una sola mirada. Y te rías. Porque entendes, entendes eso que no quiero decir pero que siento igual. Pero ¿por qué decirlo? ¿por qué no darlo a entender? Así que como decía, te vas a reír, y me vas a entender exactamente igual a como me entendes y me lees entre líneas con cada mail. Y ahí voy a saber que sos el mismo que hace 10 años, que nos une algo más que unos lindos momentos, y que el montón de historia y de amistad es mucho más grande que la la cantidad de kilómetros que separan a Argentina de Irlanda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario