miércoles, 9 de mayo de 2012

Te quema, te paraliza y no te deja reaccionar

No te moves. No te podes mover. No podes estirar el brazo para tomar algo ni cerrar la mano para sentir que agarras, que te sostenes de algún lado. Es como si los únicos músculos que tuviesen vida fuesen los de tus ojos - pero tampoco, porque ni siquiera ves lo que queres ver; ves lo que mandan tus pupilas, lo que manda tu cabeza que no tiene nada que ver con lo que manda tu deseo.
Es como si una fuerza que nadie sabe de donde viene se apoderara de vos, y entonces resulta que estás inmóvil, sin pensar en nada - o pensando en todo junto -, con todo ese gran precipicio abrumador y el vacío inmenso que se expande en tu cabeza y lo sentís en todo el cuerpo.
Temblas, y aunque quieras abrir la boca para gritar, para dejar salir ese montón de nada, tus músculos no te lo permiten. Estás sellado, trabado, quedado. Estas sin estar. Estás sin noción, sin conciencia, sabiéndote encerrado en tu propio cuerpo.
Tu cuerpo... no, no. Tu cuerpo no - ¡TU MENTE! Tu mente toma el control de todo y te paraliza el cuerpo, te quema, no te deja reaccionar. Te atrapa, se queda con toda esa nada que sentís en lo más profundo de tus entrañas y que no podes liberar. Queres llenar el exterior de todo eso. Queres largar, vomitar, sacar de alguna manera. Queres eso: alguna manera de fugarte, de salir de ese estado enloquecedor que no te deja arrancar.
Y entonces, el cosquilleo que te recorría todo el cuerpo haciéndote sentir algo (algo que nunca hubieses elegido sentir) se empieza a atenuar. De repente se te relajan los músculos y el aire te entra de nuevo, puro, cálido. Y entonces bajas. Bajas de ese avión al que te habías subido y empezas a caer sin paracaídas. Y te caen todas las fichas juntas, y el miedo, el pánico más absoluto, se escapa de vos o se vuelve a meter en un cofre que cerras con llaves, que sellas con todas las fuerzas que te quedan.
Y volves. Volves a vivir, a sentir y a respirar. Volves al hoy, al ahora, al presente. Volves a la conciencia, al control, a vos mismo. Volves.

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