miércoles, 16 de mayo de 2012

¿Coherencia? ¿por qué?

Hoy leí en el blog de alguien - alguien que tiene un talento y una fineza increíble para escribir y transmitir a través de las palabras - algo que era textutalmente así: "Pero no espero de mí ninguna coherencia. La coherencia es el lustre de los quietos. Espero de mí la incomodidad, la transformación. Me planteo con alegría ser totalmente incoherente". 
Entonces, citándola, leyéndola, pensándola y luego, al fin, citándola de nuevo acá, en mi espacio, me doy cuenta que no hay nada más que eso. Esas pocas palabras formaron tres oraciones que lo dicen todo.
Tengo una amiga que suele decir "Lu está loca". Hace unos meses, cuando se trataba de una Lu más ansiosa y lejos de sí - que todavía no había llegado a su propia escencia y desbordaba, casi deliraba - ella, sin vueltas ni preámbulos, me dijo "te veo desquiciada, en el sentido de que haces cosas que no tienen nada de sentido. Buscas el camino rebuscado o indirecto que lejos está de llevarte a lo que queres" (como si supiera, como si uno en realidad pudiera saber que lo que quiere es eso que busca y no la vuelta, la curva, el desvío, el dolor, la espera, el corazón roto, la ilusión). "A veces" - pienso a menudo - "se puede vivir del dolor." Sí, el dolor nos hace, nos conforma, nos pone a palpitarnos, a sentirnos - a sentirnos más vivos que nunca -. Porque si sufrimos, si lloramos y el corazón se nos hace mil pedazos y duele, duele como duelen esas pocas cosas que te arrancan la piel y te dejan sin aliento. Entonces si somos capaces de sentir eso, ese dolor, ese aplaste, entonces vivimos. Tenemos qué perder, o lo que es lo mismo: tenemos por qué luchar. Tenemos. Tenemos quién nos destroce el corazón y haga añicos nuestras ilusiones. Tenemos quien pueda meterse en nuestra cabeza y hacer con nosotros ni más ni menos que lo que se le cante. Y si tenemos eso - si tenemos a esa persona - entonces estamos salvados de la muerte. Y el Eros se alza orgulloso, sabio, poderoso, y gobiera la mismísima vida que conforma y lo conforma, conformándolos. Y entonces, en esos momentos, te preguntas "¿para qué tener coherencia? ¿por qué no hacer sin-sentidos? ¿para qué la comodidad? ¿por qué no transformar(nos)?".

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