miércoles, 18 de abril de 2012

grandescompañerosgrandes

Yo te quiero cuidar más que a nadie. Es como una suerte de cumplido implícito que tengo conmigo, con vos y con el mundo. Lo malo es que a veces - las más de ellas más que menos - resulta que termino haciéndote sentir ese saborcito amargo y se pierde instantáneamente ese dulce que empalaga y enriquece y flota en el aire como magia que se esperarse, se expande por todo el ambiente.
¿Entonces? Sos esa cosa rara que me hace pensar distinto, y actuar de otra forma y, claro, sentir especial. No sos ni amargo ni dulce - aunque el 70% del tiempo seas casi tan amargo como el chocolate negro con tus quejas, tus pensamientos laterales (casi adultos diría), quizás esa esencia perfeccionista que nos baña a todos y tan lejos nos pone en el mapa - mapa en el que yo tan volada-inconsciente termino allá en la otra punta, tan diametralmente opuesta.
Y mejor que no hablemos de palabras, porque si las quiero buscar no las hay. Venía leyendo ayer en el colectivo "62 modelos para armar" de mi admirado y bonito Julio Cortázar y, por unos momentos, me sentí en conexión con él. Ese nosequé de querer pero no poder, de realmente intentar ponerle nombre, palabras, rótulo a cosas que, ni aún poniendo el mayor de los esfuerzos, pueden ser explicadas.
Así que eso. No hay palabras. No hay ideas que trasmitan eso que va y viene y vuela y se deja ser, a veces, y otras no. Y aplasta y derrota, como si consumiese toda la energía de alrededor y entonces, entonces sube, sube ese estado y aunque nunca llegues a tocar el cielo con las manos más que en la cama - porque es ahí donde nos entendíamos y complementábamos -, aunque cambiamos de casa, de color y hasta de estación, a-pesar-de-todo-eso, a veces bailamos ese candombe que se nos mete por los huesos y nos alegra el corazón, y la vida se sacude y nos reímos con amigos, contentos (yo chiquita y vos tan grande, eso siempre).
Por eso cuidame, que te cuido. Que a mi manera y a tu manera marcamos, dejamos huella, y sos así de así y yo eso, y entonces queda todo como tiene que estar - sin palabras y nada de nombres.
Y un futuro vino entre compañeros, una noche de estudio, nuestra música - mi Charly, tu Silvio - y entonces sí, un buen momento, quizás escribiendo, quizás leyendo, quizás pepa o laila o quién sabe. Quizás nosotros atravesando la vida juntos, sabiéndonos presentes aunque vos estés allá y yo esté acá, compartiendo y acompañándonos en esto de vivir - que dicho sea de paso, no es nada fácil y, sobre todo, es imperdible. 

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