domingo, 8 de abril de 2012

Improvistos

Pepa despertádose conmigo. Bueno, casi-conmigo. Se quedó haciendo fiaca en la cama un rato más, aunque estuviéramos durmiendo hace horas, hace mucho. Pero a mi ya me dolía el cuello y me agarraron ganas de leer un rato (además de que estaba arrancando el día tres horas más tarde de lo que tenía previsto). Claro, eso sí, después de ver los mails y cambiarme, así se me abrían bien abiertos los ojos todos dormidos. 
Mi compañera de todo - de todo que de nada pero de todo - se iba a ver con un amigo. Así que esos posibles planes de mates y apuntes que habíamos armado juntas el día anterior los borramos.
Ahí decidí llamar a ese loco-descocido desaliñado y adictivo con el que últimamente quiero pasar las 24 horas del día, pero resulta que supuestamente entraba a cursar a las 7 - "supuestamente" digo; es que sospecho que entraba más tarde y en realidad, lo que tenía en mente era juntarse antes con una linda chica a tomar un café. Logré soltarle la invitación sólo después de preguntarle por el traspaso de los subtes como saludo inicial - saludo inicial que no entendía hasta, hasta que le expliqué; y entonces sin esperar su respuesta me auto-respondí mi duda y, dos minutos después, corté  con él. "Que tengas lindo día".
Me quedé un rato más en la compu, mostrándole cómo me había quedado el curriculum vitae a mi vieja y tomando la decisión de entrar a alguna página en internet para buscar laburo - aunque no esté hecha para esas cosas de la web (horas más tardes le terminaría pidiendo ayuda a un amigo, gran compañero de mates y birras y demases, que entiende más, y tiene paciencia, y entre tanto promete ayudar). 
Entonces suena el celular. El mensaje de una amiga que me pedía por favor que la llame si no estaba cursando. Y como en el cuarto conchudo - lindo pero jodido - que tengo no hay señal, me voy al balcón y la llamo desde ahí. Crisis. Chongo. Chongo en el mismo bondi. En el mismo bondi y con su novia. Como decía, crisis. "Hola, soy la chica que se coge a tu novio". Pero no, sólo lo saludó. Y miró. Los miró todo el viaje. Hasta que se bajó del colectivo, se le aflojaron las piernas, y llamó a sus amigas. Quedamos en encontrarnos en Acoyte y Rivadavia, que me dejaba una perdida cuando esté llegando, que la iba a buscar ahí. Así que cambio de planes. El CV para otro día y la posible lectura que le iba a dar a los apuntes de Adolescencia también.
Entonces me suena el celular de nuevo. "Ya está llegando" pensé. Pero no, eran mi compañera de-todo-de-nada con nuestro amigo, que estaban a una cuadra de casa con mates. "Ahora bajo con el pañuelo de ella que se lo olvidó ayer a la noche" respondí. Y unos minutos después estábamos los tres abajo riendo, fumando, riendo. Riendo. Hasta que sonó el aparatito de nuevo y esa sí, fue la señal de que mi amiga había llegado. Me despedí, insistiendo en que quería volver a verlos más tarde, y caminé las tres cuadras que me separaban del punto de encuentro en el que habíamos quedado. Entonces la vi en la cuadra de enfrente, linda, linda y linda, con su remera violeta y su pañuelo verde - ese que me encanta y nos encanta a todos, que le queda perfecto -, y esos ojos chiquitos y rojos, algo hinchados, que la delataban de lejos. 
Abrazo en la esquina y unas lágrimas que no pudo contener. Entonces me empezó a contar mientras caminábamos hacia el parque. ¿Podés creer que la trastornada los vió desde su bondi y se bajó una parada antes - la  parada a la que sabía que se dirigían ellos - y se tomó el siguiente colectivo de la misma línea - el que también calculó que se iban a tomar? Sí, una loca. Una loca linda, inteligente y genial, pero loca. Elegimos el banco y seguimos hablando mientras matábamos mosquitos. "Me siento tonta", "lo protegí", "se me iba todo al cuerpo", "no podía dejar de mirarlos". Claro, los saludó, pero mientras su día había empezado de diez, con un chiche nuevo que se había comprado, estrenando los borsegos que se había auto-regalado para su cumple, escuchando ese cd que tanto le gustaba y hacía tiempo largo que no oía; mientras su día iba así de bien los vio por la ventanilla del colectivo. No pasó 5 minutos después o 10 minutos antes. Pasó justo cuando tenía que pasar para verlos. Para verlos y entonces... 
Entonces ahí estábamos, hablando de él, de ella, de ellos, de todos.
Una hora después la acompañé hasta la boca del subte y nos saludamos con otro abrazo. "Gracias por venir" - "¿Gracias? no seas tarada" me dieron ganas de contestarle. Ella se iba a cursar, cursada que estaba dudando si dejar para otro día. "No, no derrapes por él" le dije. "Es verdad, después viene una crisis económica y se nos empieza a venir el mundo abajo" y nos reímos. Así que iba a entrar a cursar. "A escuchar, no voy a tomar apuntes, después se los pido a alguien". Bueno, pero que vaya. Que despeje. Que siga. Que no se pare el mundo - su mundo, su vida.
Y de vuelta a casa me olvidé de comprar algunas cosas que tenía planeadas para hoy, que van a quedar para mañana cuando vaya a pagar unas cuentas por ahí. Y de vuelta a casa, pensé en que los puchos los iba a comprar cuando salga para ir a la facu ya que cuando salí de casa para irla a buscar, el quiosco de siempre por el que tenía pensado pasar estaba cerrado. Y de vuelta a casa me lo crucé a Felipe, el perro más lindo del edificio - un felpudo que se puso loco de alegría cuando me puse a jugar un ratito con él. Y de vuelta a casa la encontré a mi vieja, ya en pijama y terminando unas cosas que le habían quedado del laburo. Y entonces me hice unos mates, me puse un tango y acá estoy, escribiendo. Escribiendo y escuchando tango. Escuchando tango y tomando mate. Tomando mate y escribiendo. Y pienso - Ar gen ti na.
Eso, de vivir. De planear y cambiar y llegar y volver. 

2 comentarios:

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  2. Ya ves.. a mi y a Buenos Aires nos falta siempre el aire cuando no esta TU voz

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